He de reconocer que
soy un chaquetero, pero no de chaquete verde, chaquetero cutre, jajaja. Si veo
que en un deporte, casi da igual cual, hay españoles con opciones de hacer algo
grande, me asomo a ese deporte, me hago aficionado y hasta extrañamente lo disfruto,
así sucedió con Ballesteros en los 80, con Olazabal en los 90, con Nadal y
otros tenistas que se paseaban por Roland Garros como Arancha. En el ciclismo
con Indurain y sus 5 tours, luego con
Contador, con Gasol y la selección de baloncesto, con la Formula 1 de Alonso y
aquellos años de gloria 2005 y 2006 con los que nos hizo tanto disfrutar, que
lejos ya...con Mireia y sus éxitos en natación de estos últimos años, Gómez
Noya y el triatlón y poco más, estos que he mencionado han sido los deportistas
y deportes que me han hecho emocionarme y seguirlos, pero practicarlos casi
nada.
No me he montado en un
Formula 1, ni me interesa, mas que nada porque no me gustan los coches, no he
jugado casi al tenis, ni me interesa demasiado, aunque en su día di clases y
mal no se me daba, no he jugado casi al baloncesto, salvo al 21 y poco más. He
montado poco en bici, solo abuse de ella de pequeño hasta los 14 años, por
diversión y en bicis que no tenían marchas, no subía cuestas, todo era llano. De
la natación puedo decir que tome clases de pequeño pero lo que mas me marco fue
el exquisito cuerno relleno de chocolate que caía tras las clases. He decir que
pese a todo esto me considero un niño deportista, lo que mas hice fue correr y
jugar al futbol y ambas cosas se me daban decentemente, siempre fui un niño
delgado y fibroso hasta los 21 años que comencé a engordar y tener el aspecto
que tengo ahora. Al golf si jugué, también, di clases, fue a los 16-17 años y
luego con 25-27 años de nuevo, lo pase bastante bien, se me daba bien, hacia
con cierta frecuencia pares, birdies no y bogeys y doble bogeys también,
jajaja. Era una maravilla ver como impactaba a la bola en el tee de cualquier
salida o incluso en el segundo o tercer golpe buscando el green y ver como tras
un maravilloso swing la pelota volaba alto y lejos, era una maravilla, un golpe
perfecto, al golpearla sabias si seria un buen golpe o no y si era bueno solo
había que disfrutar ensimismado el vuelo de esa pelota, mezclado con el sol y
el cielo azul, que grande... hacia el green, cuanto disfrutaba...luego no me
dio por dedicarle tiempo porque había otras prioridades pero lo disfrute mucho.
En honor a esos años
en los que jugué al golf, en honor al presente campeón del Master de Augusta
2017, Sergio García, va esta entrada. Llevaba sin ver golf, desde 1997 con
aquel Master de Augusta espectacular de Tiger Woods y tras 20 años me he vuelto
a poner la chaqueta verde y he visto el master el jueves, otro poco el sábado y
el domingo casi todo el partido de Sergio. Hay que ver cuantos años llevaba
dando la espalda al golf, estaba esperando a que un español recogiera el
testigo del legado de Ballesteros y Olazabal y llegó Sergio y lo recogió, que
maravilla...ha tardado, se ha hecho esperar pero lo ha conseguido y quizá logre
alguno más y si no ahí estará Jon Rahm, al que todos veían como único futuro
ganador del Master (ya habían-habíamos dado por acabado a Sergio Garcia, a mi ni se me pasaba por la cabeza que ya pudiera ganar un grande a estas alturas, si no lo había hecho ya), pero este
aprovechó que el foco mediático estaba sobre Jon para sin la presión de hace 10
años de los medios, poderse llevar el gato al agua.
Al fin Sergio García
lo ha conseguido, han tenido que pasar 18 años, desde que en 1999, tras ganar
el master amateur y presenciar como ponían la chaqueta verde a Olazábal, para
hacerse realidad sus palabras de aquel día en las que se mostraba confiado en
que algún día ganaría el master. Tras varios disgustos, en el 2012 indico que
quizá no tenia la calidad suficiente para ganar en Augusta, era una buena forma
de quitarse presión, cambio el chip, se lo tomo todo con más calma y 18 años
después de aquel deseo de niño, ha logrado ganar, ha hecho su sueño realidad,
cuando ya nadie lo esperaba, quizá solo el mismo y con timidez.
Sergio García nos ha
demostrado que los sueños se cumplen, solo hay que ir a por ellos.
Estas son las crónicas
de hoy 10 de abril, un día después de ganar Sergio su primer Master de Augusta,
su primer grande, su primera chaqueta verde, la que yo me he puesto para volver
a ver un triunfo de un español. Visto lo visto con Sergio y Rahm, pinta que en
los próximos años estaré de nuevo algo más cerca del golf, toca estar con la
chaqueta puesta, en vista de que en la Formula 1, hace ya años me la quite, en
el ciclismo casi también, en el baloncesto casi también.
Hoy en día me pongo la
chaqueta para seguir el atletismo que para eso es mi deporte rey y el futbol
con el Real Madrid y la selección, el tenis, el golf, tímidamente y de reojo el
baloncesto, el ciclismo por si Contador en el ocaso de su carrera puede hacer
algo en el que seguramente sea su último tour de Francia, el triatlón que lo
ponen ya por la tele y ahí están Gómez Noya y Mario Mola, dándonos constantes
alegrías. El triatlón no lo he practicado ni lo practicare nunca, no se usar
las marchas de la bici y nado fatal, no me gusta nadar, así que solo queda como
deporte visual, no de practicar y así lo disfruto también, sobretodo la última
parte, la definitiva, esos 5 o 10 kms finales corriendo donde se juegan todo.
Vamos con las crónicas
del Master de Augusta 2017, el Master de Sergio:
Fue la victoria
del deseo, la del deportista al que ya le buscaban sucesor cuando él aún no
había llegado a la cumbre. Sergio García, de Borriol, ganó el Masters de
Augusta en el campo que arrancó sus mayores frustraciones en las 17 ediciones
que jugó como profesional. Antes hubo una como aficionado, la del 99, donde fue
el mejor amateur y fue feliz. "Algún día lo ganaré como profesional",
pensó cuando se vio junto a Olazábal, que llevaba la chaqueta verde puesta. Han
tenido que pasar 18 años, pero el golfista anteriormente conocido como El Niño,
casi un hombre casado, tiene esa prenda.
Tuvo aire, además, de revancha. En la batalla
final superó a todos los de su generación. A Rose, el campeón olímpico, que fue
el que más resistencia opuso, pero también a Scott, a Fowler... A todos esos
chicos a los que comandaba cuando era joven y que le pasaron a lo largo del
siglo. Ahora ya se siente como ellos. O mejor.
El momento cumbre se cargó de simbolismo. En el
primer hoyo de desempate falló Rose, Sergio fue un autómata y acabó con un
birdie. Angela Atkins, su futura mujer, lloró. Él también después de celebrarlo
como un gol en el green del hoyo 18 de Augusta. Cuando se anunciaba el
advenimiento de Rahm, Sergio llegó para pedir sitio. A los 37 años y en el 60
cumpleaños de Seve, el malogrado genio. Era el día perfecto.
La vuelta no
había podido empezar mejor, con dos birdies en los tres primeros y viendo cómo
su rival cometía bogey en el 5 para darle tres golpes de ventaja. Pero tres
birdies seguidos de Rose entre el 6 y el 8 y dos bogeys consecutivos del
español en el 10 y el 11 dieron la vuelta a la situación.
En el curso de las remontadas en el deporte,
Sergio también quiso intentarlo. Fue a raíz de un fallo que pudo haber sido
definitivo, justo al abandonar el Amen Corner con dos golpes de desventaja. El
español quiso hacer un tiro reservado a jugadores como Dustin Johnson, que
pegan como mulas. Se trata de pegar un golpe por encima del bosque y burlar el
codo que hace el hoyo 13 (par 5). El español midió mal y se quedó justo en el
matorral. En un combate de boxeo, que en esos momentos ya lo era porque era un
pulso entre él y Rose, el árbitro hubiese preguntado si quería seguir. Estaba
contra las cuerdas.
Pero Sergio dropó, jugó un golpe muy apurado y
salvó el par. Rose, que lo hizo todo de una forma más ortodoxa, consiguió al
final el mismo resultado.
Un birdie en el hoyo 14 llenó de aire. Y llegó el
15. El último de los pares 5 del Augusta National. Ahí Seve, por arriesgarse a
tirar por encima del lago en el segundo golpe perdió la edición de 1986. Allí
también Gene Sarazen, un mito, logró un albatros que aún es considerado el
mejor golpe que han visto estas tierras. Sergio también dio un golpe de
antología, rematado con otro putt de colección y puso el eagle. Como Olazábal
en la última chaqueta verde del golf español en 1999. La contienda se había
igualado.
Sergio se vio dos atrás y con su rival embalado.
Entonces el español se sacó este espectacular putt para 'eagle' de casi cinco
metros que le permitió recuperar el coliderato a pesar del birdie de Rose. Ese
putt fue determinante en el cambio de ánimo del español, que encaró los hoyos
finales y el desempate pleno confianza.
El trago del 16
Volvió a distanciarse Rose en el 16, se frenó en el 17 con
un bogey y se alcanzó el 18. El fantasma de Carnoustie de 2007, cuando un putt
también de dos metros tampoco lo embocó y prolongó su periplo por el desierto,
brotó en el green del hoyo 18. Ese putt tampoco cayó y los lamentos de Sergio a
Glen Murray, el caddie, presagiaron que otra oportunidad se iba a ir por el
desagüe.
Pero tantos años de espera también han labrado un
jugador distinto. Bajo la gorra verde apareció una mirada de lobo, el mismo
instinto de campeón que se asoma en la Ryder Cup y que le ha cultivado el
respeto de todos sus colegas. Aquel que se le negaba siempre fuera del círculo
más endogámico del golf.
Han tenido que pasar 74 grandes y casi media vida
desde su eclosión para que un triunfo de relevancia de verdad colme el éxito de
español. El golf de este país que promete tener un futuro fantástico con Rahm,
no podía dejar fuera de la cadena a Sergio. Un jugador de fantasía.
Sergio García
terminó este domingo con su larga historia de desencuentros con los 'majors',
que se había convertido en una de las maldiciones más sonadas del golf moderno.
Sólo tres jugadores, Jay Haas, Colin Montgomerie y su amigo Lee Westwood,
habían disputado más 'grandes' sin resultar victoriosos, pero ninguno acumulaba
tantos Top 10 como él. Tampoco Top 5. Sergio lleva 12. Es decir, cada seis
grandes terminaba entre los cinco primeros.
Una paradoja para un jugador que pudo lograr su
primer 'major' antes de cumplir los 20 años, algo inédito desde 1911. Fue en el
PGA Championship de 1999. Tiger Woods se lo arrebató por un golpe. Constaría
mucho convencer a quienes vieron al imberbe español jugar aquella semana en
Medinah de que ese genial y descarado jugador, al que apodaron El Niño, iba a
llegar a los 37 años sin un grande en la mochila.
Más 'top 10' que nadie
Tres años más tarde, en 2002, inscribió su nombre
en el selecto club de jugadores que han logrado hacer Top 10 en los cuatro
'majors' el mismo año. Su opción más clara aquel año fue en el US Open
disputado en Farmingdale. Llegó al domingo a cuatro golpes de Tiger Woods, pero
una última vuelta de 74 le dejó sin opciones.
En 2007, en Carnoustie, llegó a poner una mano
sobre la Jarra de Clarete. Se puso líder el primer día. Partió el domingo con
tres de ventaja y, pese a una última vuelta sobre par, pateó desde menos de dos
metros para llevarse el torneo en el 18. El hoyo escupió la bola y le condenó a
un playoff en el que Harrington, que venía lanzado tras recuperar seis golpes,
lo derrotó.
Harrington volvería a cruzarse en su destino en
el PGA de 2008. Entonces fue el español el que vino desde atrás con una gran
vuelta que se torció con un golpe al agua en el 16 cuando ocupaba el liderato.
Una desafortunada corbata y el sensacional rendimiento de su rival en los
greenes le arrebataron el trofeo y alimentaron la leyenda del infortunio del
español en los momentos decisivos.
El español, que batia récords de presencia entre
los mejores y ganaba torneos en todos los cirtcuitos, se granjeó la fama de
jugador sobrado de talento pero sin la sangre necesaria para rendir a la hora
de la verdad. Y llegó a creérselo. Así lo dijo en el Masters de 2012 después de
que otro sábado infernal enterrara sus opciones. Desde entonces hasta este
domingo había sumado tres Top 10, pero no había vuelto a tener opciones claras
de ganar.
La chaqueta
verde no alteró el estado zen en el que lleva Sergio García desde que pisó el
Augusta National hace una semana y que según repitió tras cada una de sus
vueltas es la clave detrás de su extraordinario rendimiento esta semana
en el torneo que tantas veces le desquició. Había llorado el español
sobre el green del 18, escenario del fatídico desempate, al abrazarse con su
prometida. Pero minutos después no quedaba rastro de esa emoción. Su rostro
reflejaba tanta felicidad como calma.
"Honestamente, estoy muy feliz pero
no siento nada diferente.", respondió a uno de los cerca de 100
periodistas que se dieron cita en la sala de prensa. Algunos desprendían casi
más emoción que el propio jugador. El ansiado triunfo del español era la
historia que todos querían contar desde primera hora de la mañana.
El español insistió en que esa nueva
actitud de la que ha venido hablando toda la semana ha sido la
principal clave de su triunfo. Un cambio de mentalidad que le permitió, según
dijo, llegar por la mañana al campo tranquilo y mantener la calma incluso
cuando las cosas se torcieron. "Desde que he llegado al campo
estaba muy calmado, más que ningún otro domingo de 'major' y más que el
sábado", explicó el jugador. "Incluso después de los
dos bogeys sabía que estaba jugando bien y que tendría mis posibilidades",
matizó.
Sergio aseguró que más que de ningún otro golpe,
de lo que más orgulloso estaba era del carácter y la mentalidad que
exhibió durante la vuelta: "En otros torneos habría
empezado a quejarme a mi caddie después de algún fallo. Ahora he aprendido
aceptar las cosas que tienen que pasar. En el pasado he sido muy estúpido
tratando de pelear contra algo que no se puede. Ahora miro al campo de otra
manera".
Cómo se ha producido ese giro copernicano es lo
que no terminó de aclarar del todo. Hablo de "mucho trabajo"
y también de pedir "ayuda". "¿A quién? A mi familia y
amigos", respondió.
Confesó que las notas que su prometida, presente
en la conferencia, le había dejado cada mañana en el espejo del baño habían
sido una gran motivación. y habló nuevamente del emocionante mensaje
que le envió Chema Olazábal el miércoles. "No comparto mi
taquilla (en el célebre vestuario de los campeones) de momento y no me
importaría compartirlo contigo", le escribió el dos veces ganador. También
habló, claro, de Seve, el pionero del golf español que habría cumplido 60 este
domingo. "Estoy seguro de que me ha echado un par de manos durante
esta vuelta", dijo.
Y se despidió aclarando que la chaqueta verde no
le va a cambiar: "Sigo siendo el mismo, igual de bromista que
siempre", bromeó.
No había mejor
día para conseguir el primer Major de la carrera de Sergio García que un 9 de
abril, la fecha en la que Severiano Ballesteros, el golfista europeo por
excelencia, hubiera cumplido 60 años.
Parecía que la figura de Seve se posaba sobre el
green de Augusta a la hora de ejecutar ese putt en el hoyo de desempate
calmando los nervios de Sergio García y ayudándole a hacer historia y recoger
el testigo de la gloria que años atrás habían saboreado José María Olazábal y
el golfista que abrió a España al mundo del golf, Severiano Ballesteros.
Casi seis años después de la muerte de
Ballesteros, Sergio García le rindió homenaje de la mejor manera posible,
haciéndole el regalo que el golfista cántabro más le hubiera gustado en vida,
la victoria en el Master de Augusta. Sergio García se regaló así mismo el
primer Grande de su brillante trayectoria, pero fue algo más que eso, un regalo
para el golf español y para la figura de Severiano Ballesteros. Va por ti Seve.
A ver si esto me sirve de inspiración y logro dar por fin este año con mi mejor versión. De momento, hasta finales de mayo, no volveré a competir.
2 comentarios:
Pues yo deportes nada. Sólo cada 4 años los Juegos... sin son en Europa y cuadran los horarios. Pero vamos, que si todos fueran como yo los de Movistar o Vodafone Ono se arruina antes. No veo ni un partido de nada!
Haces bien, Carlos, mas tiempo para ti y otras cosas mejores para ti.
Un abrazo¡¡.
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